LEYENDA PETENERA
1) EL AS DE LOS CHICLEROS
Hace muchos años, muchas temporadas, cuando la selva era virgen,
los ríos, lagos, ruinas, templos, arboles y nidos respiraban aire virgen, el
hombre no había dejado marcada su huella devastadora y depredadora.
La montaña era pura, llena de frescura, verdor y lozanía; con
olor a jade, habitada por una fauna numerosa, pintada de los más vistosos
colores. Selva que dio vida a Petén al brotar del chicozapote el “oro blanco”.
Empezaron a llegar los más famosos machetes y de los buenos, dignos de
recordar. Muchos dejaron sus vidas entre ropos y espolones. Se entregaron a sus
riesgosas faenas por el progreso de la tierra petenera, digno sería que el
parque de ciudad Flores luciera con orgullo un monumento a tan intrépido
trabajador, el chiclero.
Sobresalió por sus hazañas el famoso Arcadio Bonilla Maradiaga,
originario de Benque Viejo del Carmen Belice nuestro perdido territorio. Llegó
a suelo petenero allá por el año 1945, cuando la chiclería era muy productiva.
Frisaba los 30 años de edad, joven, honrado trabajador y enamorado. Pasaba
cinco o seis meses abrazado a sus aperos de chiclería. Terminaba su contrato
antes del tiempo establecido y superaba la cantidad de chicle a entregar.
Bajaba de la montaña para disfrutar en grande. Algunas veces se iba al Pacay a
jornalear. Durante los días que permanecía en ciudad Flores le metía duro a la
caña. Era
cosa seria, con buena dosis entre pecho y espalda sacaba a
relucir, no el filoso machete, sino su famoso dicho “Yo soy Arcadio Bonilla
Maradiaga el As de los Chicleros y el Chinchín de las mujeres bonitas”.
Era de los que lanzaba mucho dinero desde los altos del hotel
Novedades, propiedad de don Tono Cambranes. Los niños que lo habían seguido,
esperaban la lluvia de monedas. Prendía su cigarro con el billete, no el valor.
Circulaba mucho dinero, también chupaban bastante, al punto de alcanzar el
grado de inmunidad necesaria para soportar los rigores de la nueva temporada.
Arcadio BonillaMaradiaga, leyenda de montaña, dejó la chiclería
cerca de los cincuenta años de edad. Así como vino, misteriosamente,
desapareció. Es posible que haya sentido el llamado de su tierra natal.
2) LA TUMBA DE SAC NICTE
APOLOGIA
A PETEN, OTROS POEMAS, CUENTOS Y LEYENDAS
JOSE
RAMON BURGOS MONTERO
Se cree que debajo de la isla de Flores, Petén, hay un túnel que
tiene muchos gradas. Éste túnel principia en la misteriosa Cueva de Jovitzinaj,
en Santa Elena; pasa por debajo del lago Chaltuná y de la isla para, después de
gran recorrido, terminar en Chichón Itzá.
Al descender por dichas gradas se llega hasta el fondo donde se
encuentra una lagunilla de aguas muy frescas y de cristalina belleza. Quienes
han llegado a este punto seguran percibir voces cautivantes y haber visto una
bellísima imagen tallada sobre una roca. Es la imagen de la princesa de los
itzáes, Sac Nicté, adornada con frescas y olorosas flores de mayo, que reposa
para siempre en este lugar, bajo la isla de Flores, muy próximo a Tayazal,
antigua capital del reino de los mayas itzáes.
Existe la creencia de que la princesa San Nicté que murió
ahogada por voluntad propia en la ribera del lago frente a Tayazal, hoy San
Miguel, haya sido sepultada en este lugar, debajo de la isla de Flores para
proteger a los habitantes de Noj Petén.
3) LA CHATONA
Con la fiebre del “oro blanco”, el chicle, llegó a Petén a
principios del siglo XX un buen número de mejicanos con el deseo de trabajar la
chiclería, procedentes de Campeche y Yucatán. Con ellos vino una señorita de
nombre Petrona acompañada de su papá. Se estableció en San Andrés. Fue
contratada como doméstica para preparar los alimentos a los chicleros en
campamentos resinosos.
Petrona o tía Tona, como la llamaban, era una dama muy alegre y bailadora; tocaba la guitarra a las mil maravillas. Para alegrar a la población, se vestía de manera especial, que llamara la atención; esto cuando bajaba de la montaña en noviembre, mes que terminaba su contrato y coincidía con la feria del lugar. Durante estos días salía a bailar a las calles de San Andrés. Murió a edad avanzada como resultado de la mordedura de la venenosa serpiente barba amarilla, sucedido en el campamento de chiclería de aquella selva virgen, cuando ésta aún no había sido tocada por depredadores. La población se entristeció, principalmente los niños, quienes lloraban diciendo: murió “Chía Tona” y que más tarde por cambio de expresión fue llamada Chatona.
No se sabe con certeza si fue don Estanislao Aldana o don Sabino
Castillo quien haya concebido la idea de elaborar una muñeca grande en
rememoración de tan festivo personaje.
Durante las ferias patronales de Petén, no falta la famosa
Chatona, muñeca de gran altura, delgada, de brazos bamboleantes, pelo
desgreñado, vestido largo muy llamativo, nariz y rostro chatos.
De San Andrés pasó a Ciudad Flores, para luego ir apareciendo en
cada pueblo petenero donde no se puede decir que hay feria, si no bailan la
Chatona, también el Caballito de Tata Vicente, etc.
4) EL CABALLO DE PMDRA O TZIMIN TZIN
A su paso por Petén en 1525, rumbo a Honduras, Hernán Cortés,
dejó su caballo ya enfermo, para que los nativos ltzaes, al mando del rey
Canek, lo cuidaran; con gran sorpresa para ellos, pues no conocían esta clase
de animales. Fue alimentado como a un ser humano, con carnes, huevos, bebida de
cacao, etc. Más enfermó el pobre animal para después morir. Pronto, los itzáes
se dieron a la tarea de esculpirlo en piedra, valiéndose de ritos y magia
querían entregárselo con vida al conquistador, desde luego no se logró. Este
caballo fue considerado como un dios y cuando el cura Juan de Orbita llegó a
esta tierra, lo mandó a destruir. Sin embargo, predomina la creencia de que al
ser trasladado hacia Tayazal (hoy San Miguel) la balsa construida con palos no
resistió y el caballo de piedra se hundió.
Cuando baja el nivel de las aguas, los pobladores del lugar
aseguran haberlo visto en el fondo del lago Chaltunhá, entre la punta de Nitún
y el islote Lepet.
5) LA PRINCESA
Oscar
Guzmán
El sol irradiaba con sus rayos recalcitrantes, quemando Ia
faz de la tierra. EI caos se señoreaba por todos los reinos. Aquellos días de
gloria habían quedado atrás; era el principio del fin de aquella grandeza de la
civilización maya.
En el Reino de “YAXCHILAN”, el Rey MAA’CHE (Gran Árbol) y la
Reina SACKNITE (Flor Blanca), esperaban ansiosos el nacimiento de su
primogénito. La luna espiaba con disimulo en aquella noche, penetrando con sus
tenues rayos hasta la alcoba de la reyna. El pueblo estaba en vela, porque la
reina SACKNITE había sentido
dolores que anunciaban el tan ansiado advenimiento; de repente,
un mono saraguate rompió el silencio de la noche y el TUN y los
tambores anunciaban a su pueblo la venida al mundo de una
hermosa niña; hubo algarabía en la ciudad y los súbditos acudían con regalos de
sus mejores manjares para sus reyes. Se reunieron los sacerdotes en asamblea
con el pueblo y se acordó pedir a los reyes que aquella niña se le diera el
nombre de PRINCESA OSOMA y que fuera ofrendada en sacrificio al Dios CHACK,
cuando fuera doncella y al cumplir sus quince años, para que el Dios de la
Lluvia levantara el castigo que les había impuesto y los campos volvieran a
fructificar. El rey y la reina aceptaron la voluntad de sus súbditos y se
mandaron los heraldos a todos los reinos dándoles la buena nueva y que se
implorara al Dios de la Lluvia para que aplacara su furia.
Volvió la calma, las lluvias empezaron a mojar la tierra y las
cosechas empezaron a fluir en abundancia. Aquella niña crecía como una flor en
capullo, fue educada con gran esmero por los sacerdotes y nadie osaba decirle
que estaba destinada al sacrificio. Al correr de los años, se convirtió en una
hermosísima doncella que los reyes celosamente la escondían de la vista de los
intrépidos enamorados.
… Y SUCEDIO DE REPENTE: un día aciago vino de pronto a enlutar
el reyno de BONAMPACK, vecino al de Yaxchilán, el rey había muerto. Se reunió
Ia corte y fue enviada una delegación acompañando al Rey MAA’CHE, la Reina
SACKNICTE y la princesa USOMA, que por primera vez era vista por todos los
mundanos, para llevar a su última morada a aquel Rey de BONAMPACK, que fuera
tan querido por sus súbditos y por los reinos vecinos. Un apuesto guerrero fijó
su vista en la princesa y ella, desde aquel instante, no tuvo ojos para vs otra
cosa que no fuera aquel apresto mancebo y el amor entre ambos nació en aquel
instante, ignorantes
que aquella pasión ciega, sería el final de una grandeza incomparable.
Aquel apuesto guerrero, ciego por el amor que sentía por la
princesa, tuvo Ia osadía de llegar a los pies del Rey, a solicitar su mano para
desposarla y como era de esperar le fue negada con toda cortesía sin hacerle
saber el destino que esperaba a la princesa, para no entristecerla, quien
ignorante de su suerte era atendida con suma delicadeza para no desafiar lo
furia del DIOS DE LA LLUVIA.
Los dos enomorados empezaron a verse a hurtadillas en las noches
de luna y la pasión que sentían como cualquier otro mortal, los llevé a
entregarse en lo más sublime del amor y… un día, la Princesa empezó a sentir y
sufrir mareos y poco a poco aquella belleza se fue opacando; aquel esbelto y
escultural cuerpo fue cambiando aceleradamente su forma y ella, ignorante de lo
que sucedía; sus padres empezaron a preocuparse por su estado de salud,
hicieron llamar a los curanderos y los sacerdotes de la corte, llevando ante
ellos a la princesa, para ser auscultada y… ¡Ohoool Sorpresa… con lo cabeza
cabizbaja, Ios curanderos y los sacerdotes, llenos de temor y pesadumbre,
presintiendo que los dioses se enfurecerían pero cumplidores del deber que se
Ies imponía, transmitieron a sus soberanos aquella nefasta noticia… OSOMA ESTA
“ENCINTÁ”.
DE PRONTO: El sol se ocultó; una nube gris obscureció el cielo y
empezó la furia de Dios vientos; los rayos atronaban el firmamento; tembló sin
cesar y se agrietó la tierra; aquellas ciudades con sus hermosos templos
cayeron a tierra y un diluvio las inundó haciendo desaparecer todos los reinos-
El mar se creció y sus embravecidas
olas chocaban en las faldas de la sierra de CHAMA, rompiendo la
quietud que había reinado hasta aquel aciago día y… fue una luna(un mes) de los
Mayas, de pertinaz lluvia; era la furia de CHACK, DIOS DE LA LLOVIA, por haber
sido engañado.
Pasó aquel mes aciago. Poco a poco, la furia del Dios de la
Lluvia empezó a decrecer; el sol, avergonzado, empezó poco a poco a ver
aquellos estragos; la luna, coquetona, se atrevió a ver de medio lado como
indita risueña y enamorada y volvió la calma; sobre las espumas de aquel
océano, sólo se veía el espinazo de la sierra de
CHAMA.