miércoles, 3 de abril de 2019

LEYENDA PETENERA

1) EL AS DE LOS CHICLEROS

Hace muchos años, muchas temporadas, cuando la selva era virgen, los ríos, lagos, ruinas, templos, arboles y nidos respiraban aire virgen, el hombre no había dejado marcada su huella devastadora y depredadora.

La montaña era pura, llena de frescura, verdor y lozanía; con olor a jade, habitada por una fauna numerosa, pintada de los más vistosos colores. Selva que dio vida a Petén al brotar del chicozapote el “oro blanco”. Empezaron a llegar los más famosos machetes y de los buenos, dignos de recordar. Muchos dejaron sus vidas entre ropos y espolones. Se entregaron a sus riesgosas faenas por el progreso de la tierra petenera, digno sería que el parque de ciudad Flores luciera con orgullo un monumento a tan intrépido trabajador, el chiclero.

Sobresalió por sus hazañas el famoso Arcadio Bonilla Maradiaga, originario de Benque Viejo del Carmen Belice nuestro perdido territorio. Llegó a suelo petenero allá por el año 1945, cuando la chiclería era muy productiva. Frisaba los 30 años de edad, joven, honrado trabajador y enamorado. Pasaba cinco o seis meses abrazado a sus aperos de chiclería. Terminaba su contrato antes del tiempo establecido y superaba la cantidad de chicle a entregar. Bajaba de la montaña para disfrutar en grande. Algunas veces se iba al Pacay a jornalear. Durante los días que permanecía en ciudad Flores le metía duro a la caña. Era
cosa seria, con buena dosis entre pecho y espalda sacaba a relucir, no el filoso machete, sino su famoso dicho “Yo soy Arcadio Bonilla Maradiaga el As de los Chicleros y el Chinchín de las mujeres bonitas”.

Era de los que lanzaba mucho dinero desde los altos del hotel Novedades, propiedad de don Tono Cambranes. Los niños que lo habían seguido, esperaban la lluvia de monedas. Prendía su cigarro con el billete, no el valor. Circulaba mucho dinero, también chupaban bastante, al punto de alcanzar el grado de inmunidad necesaria para soportar los rigores de la nueva temporada.
Arcadio BonillaMaradiaga, leyenda de montaña, dejó la chiclería cerca de los cincuenta años de edad. Así como vino, misteriosamente, desapareció. Es posible que haya sentido el llamado de su tierra natal.
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2) LA TUMBA DE SAC NICTE

APOLOGIA A PETEN, OTROS POEMAS, CUENTOS Y LEYENDAS
JOSE RAMON BURGOS MONTERO

Se cree que debajo de la isla de Flores, Petén, hay un túnel que tiene muchos gradas. Éste túnel principia en la misteriosa Cueva de Jovitzinaj, en Santa Elena; pasa por debajo del lago Chaltuná y de la isla para, después de gran recorrido, terminar en Chichón Itzá.

Al descender por dichas gradas se llega hasta el fondo donde se encuentra una lagunilla de aguas muy frescas y de cristalina belleza. Quienes han llegado a este punto seguran percibir voces cautivantes y haber visto una bellísima imagen tallada sobre una roca. Es la imagen de la princesa de los itzáes, Sac Nicté, adornada con frescas y olorosas flores de mayo, que reposa para siempre en este lugar, bajo la isla de Flores, muy próximo a Tayazal, antigua capital del reino de los mayas itzáes.

Existe la creencia de que la princesa San Nicté que murió ahogada por voluntad propia en la ribera del lago frente a Tayazal, hoy San Miguel, haya sido sepultada en este lugar, debajo de la isla de Flores para proteger a los habitantes de Noj Petén.
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3) LA CHATONA

Con la fiebre del “oro blanco”, el chicle, llegó a Petén a principios del siglo XX un buen número de mejicanos con el deseo de trabajar la chiclería, procedentes de Campeche y Yucatán. Con ellos vino una señorita de nombre Petrona acompañada de su papá. Se estableció en San Andrés. Fue contratada como doméstica para preparar los alimentos a los chicleros en campamentos resinosos.


Petrona o tía Tona, como la llamaban, era una dama muy alegre y bailadora; tocaba la guitarra a las mil maravillas. Para alegrar a la población, se vestía de manera especial, que llamara la atención; esto cuando bajaba de la montaña en noviembre, mes que terminaba su contrato y coincidía con la feria del lugar. Durante estos días salía a bailar a las calles de San Andrés. Murió a edad avanzada como resultado de la mordedura de la venenosa serpiente barba amarilla, sucedido en el campamento de chiclería de aquella selva virgen, cuando ésta aún no había sido tocada por depredadores. La población se entristeció, principalmente los niños, quienes lloraban diciendo: murió “Chía Tona” y que más tarde por cambio de expresión fue llamada Chatona.

No se sabe con certeza si fue don Estanislao Aldana o don Sabino Castillo quien haya concebido la idea de elaborar una muñeca grande en rememoración de tan festivo personaje.

Durante las ferias patronales de Petén, no falta la famosa Chatona, muñeca de gran altura, delgada, de brazos bamboleantes, pelo desgreñado, vestido largo muy llamativo, nariz y rostro chatos.

De San Andrés pasó a Ciudad Flores, para luego ir apareciendo en cada pueblo petenero donde no se puede decir que hay feria, si no bailan la Chatona, también el Caballito de Tata Vicente, etc.
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4) EL CABALLO DE PMDRA O TZIMIN TZIN

A su paso por Petén en 1525, rumbo a Honduras, Hernán Cortés, dejó su caballo ya enfermo, para que los nativos ltzaes, al mando del rey Canek, lo cuidaran; con gran sorpresa para ellos, pues no conocían esta clase de animales. Fue alimentado como a un ser humano, con carnes, huevos, bebida de cacao, etc. Más enfermó el pobre animal para después morir. Pronto, los itzáes se dieron a la tarea de esculpirlo en piedra, valiéndose de ritos y magia querían entregárselo con vida al conquistador, desde luego no se logró. Este caballo fue considerado como un dios y cuando el cura Juan de Orbita llegó a esta tierra, lo mandó a destruir. Sin embargo, predomina la creencia de que al ser trasladado hacia Tayazal (hoy San Miguel) la balsa construida con palos no resistió y el caballo de piedra se hundió.
Cuando baja el nivel de las aguas, los pobladores del lugar aseguran haberlo visto en el fondo del lago Chaltunhá, entre la punta de Nitún y el islote Lepet.
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5) LA PRINCESA
Oscar Guzmán
El sol irradiaba con sus rayos  recalcitrantes, quemando Ia faz de la tierra. EI caos se señoreaba por todos los reinos. Aquellos días de gloria habían quedado atrás; era el principio del fin de aquella grandeza de la civilización maya.
Muchos años hacía que EL CHACK, “DIOS DE LA LLUVIA’, castigaba a aquellos pueblos al negarles la lluvia que es fuente de la vida; las  semillas no germinaban o las cosechas se perdían por falta de humedad; el hambre desesperaba a los pobladores y las enfermedades empezaban a aniquilar a las comunidades.
En el Reino de “YAXCHILAN”, el Rey MAA’CHE (Gran Árbol) y la Reina SACKNITE (Flor Blanca), esperaban ansiosos el nacimiento de su primogénito. La luna espiaba con disimulo en aquella noche, penetrando con sus tenues rayos hasta la alcoba de la reyna. El pueblo estaba en vela, porque la reina SACKNITE había sentido
dolores que anunciaban el tan ansiado advenimiento; de repente, un mono saraguate rompió el silencio de la noche y el TUN y los
tambores anunciaban a su pueblo la venida al mundo de una hermosa niña; hubo algarabía en la ciudad y los súbditos acudían con regalos de sus mejores manjares para sus reyes. Se reunieron los sacerdotes en asamblea con el pueblo y se acordó pedir a los reyes que aquella niña se le diera el nombre de PRINCESA OSOMA y que fuera ofrendada en sacrificio al Dios CHACK, cuando fuera doncella y al cumplir sus quince años, para que el Dios de la Lluvia levantara el castigo que les había impuesto y los campos volvieran a fructificar. El rey y la reina aceptaron la voluntad de sus súbditos y se mandaron los heraldos a todos los reinos dándoles la buena nueva y que se implorara al Dios de la Lluvia para que aplacara su furia.
Volvió la calma, las lluvias empezaron a mojar la tierra y las cosechas empezaron a fluir en abundancia. Aquella niña crecía como una flor en capullo, fue educada con gran esmero por los sacerdotes y nadie osaba decirle que estaba destinada al sacrificio. Al correr de los años, se convirtió en una hermosísima doncella que los reyes celosamente la escondían de la vista de los intrépidos enamorados.
… Y SUCEDIO DE REPENTE: un día aciago vino de pronto a enlutar el reyno de BONAMPACK, vecino al de Yaxchilán, el rey había muerto. Se reunió Ia corte y fue enviada una delegación acompañando al Rey MAA’CHE, la Reina SACKNICTE y la princesa USOMA, que por primera vez era vista por todos los mundanos, para llevar a su última morada a aquel Rey de BONAMPACK, que fuera tan querido por sus súbditos y por los reinos vecinos. Un apuesto guerrero fijó su vista en la princesa y ella, desde aquel instante, no tuvo ojos para vs otra cosa que no fuera aquel apresto mancebo y el amor entre ambos nació en aquel instante, ignorantes
que aquella pasión ciega, sería el final de una grandeza incomparable.
Aquel apuesto guerrero, ciego por el amor que sentía por la princesa, tuvo Ia osadía de llegar a los pies del Rey, a solicitar su mano para desposarla y como era de esperar le fue negada con toda cortesía sin hacerle saber el destino que esperaba a la princesa, para no entristecerla, quien ignorante de su suerte era atendida con suma delicadeza para no desafiar lo furia del DIOS DE LA LLUVIA.
Los dos enomorados empezaron a verse a hurtadillas en las noches de luna y la pasión que sentían como cualquier otro mortal, los llevé a entregarse en lo más sublime del amor y… un día, la Princesa empezó a sentir y sufrir mareos y poco a poco aquella belleza se fue opacando; aquel esbelto y escultural cuerpo fue cambiando aceleradamente su forma y ella, ignorante de lo que sucedía; sus padres empezaron a preocuparse  por su estado de salud, hicieron llamar a los curanderos y los sacerdotes de la corte, llevando ante ellos a la princesa, para ser auscultada y… ¡Ohoool Sorpresa… con lo cabeza cabizbaja, Ios curanderos y los sacerdotes, llenos de temor y pesadumbre, presintiendo que los dioses se enfurecerían pero cumplidores del deber que se Ies imponía, transmitieron a sus soberanos aquella nefasta noticia… OSOMA ESTA “ENCINTÁ”.
DE PRONTO: El sol se ocultó; una nube gris obscureció el cielo y empezó la furia de Dios vientos; los rayos atronaban el firmamento; tembló sin cesar y se agrietó la tierra; aquellas ciudades con sus hermosos templos cayeron a tierra y un diluvio las inundó haciendo desaparecer todos los reinos- El mar se creció y sus embravecidas
olas chocaban en las faldas de la sierra de CHAMA, rompiendo la quietud que había reinado hasta aquel aciago día y… fue una luna(un mes) de los Mayas, de pertinaz lluvia; era la furia de CHACK, DIOS DE LA LLOVIA, por haber sido engañado.
Pasó aquel mes aciago. Poco a poco, la furia del Dios de la Lluvia empezó a decrecer; el sol, avergonzado, empezó poco a poco a ver aquellos estragos; la luna, coquetona, se atrevió a ver de medio lado como indita risueña y enamorada y volvió la calma; sobre las espumas de aquel océano, sólo se veía el espinazo de la sierra de
CHAMA.
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